Lo más parecido a Macondo que pude encontrar es esta imagen de Montería a principios del siglo XX. "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo".
Ya se que todo el mundo esta hablando de lo mismo, pero es que siendo realmente sinceros y sin animo de seguir una tendencia, este autor colombiano escribe historias que a mi personalmente me parecen ricas de leer. Ese fragmento que casi todo el mundo en Colombia se sabe de memoria (incluso una princesa oscura por ahí que odia sin razón a GM) me hace recordar la primera vez que por curiosidad agarre el libro de carátula vieja y desgastada que mi mama había leído y releía cada vez que mi papa se demoraba en llegar a la casa. Y no eran para mi términos extraños, porque mi cotidianidad esta llena de historias parecidas, en el pueblo de mi mama, cuenta ella, que el hielo fue por mucho tiempo una rareza, había un señor que lo hacia traer del Carmen, el pueblo más cercano y lo colocaba en el Paño (una especie de alacena campesina) para consumirlo al día siguiente, obviamente el hielo amanecía hecho agua y cuenta mi mama, que al ver tal escena es señor decía: “Los gatos se comieron el hielo y se orinaron en el paño para burlarse de mi”.
Por mucho tiempo en mi casa se respiro un aire de 100 años de soledad impresionante, mi hermana y yo llegamos a pensar (en broma obvio) que a mi papa nos iba tocar hacerle un cuarto en el patio y amarrarlo al palo de mango cuando su locura (que crece cada día) llegara a niveles incontrolables y amaranta y aureliano son nombres que nos intrigan, sobre todo amaranta.
Yo pienso que Gabriel García Márquez lo único que hizo, fue contar su entorno, de una manera espectacular, pero Macondo es la costa, cada pueblo de esta porción de nuestra geografía es susceptible de parecerse a Macondo, aquí pasan las cosas más absurdas y extrañas del mundo, recuerdo que el otro día en carrillo se robaron las bolas del billar.
Y ya se que hoy es el cumpleaños del autor y no de la obra, pero así como un tranvía llamado deseo marcó la vida de Manuela en todo sobre mi madre, 100 años de soledad ha marcado la mía, no mucho pero la ha marcado y no tanto por la riqueza intelectual que gané al leerla, sino más bien por ayudarme a reconocer lo valioso de mi tierra y lo rico que resulta perderse en un mundo de ideas absurdas que pueden terminar en algo muy bacano.
Ojos de perro azul y 12 cuantos peregrinos y crónicas de una muerte anunciada y la candida erendida, también han dejado su huella, la vida real puede ser fantástica y la fantasía me parece a mi una dimensión fascinante.
A mi a veces me dan ganas de ponerle letreros a las cosas, para que no se vayan a olvidar sus nombres…