Tradición de adivinos en el parque Simón Bolívar
JAVIER GALEANO PÁJARO, EL UNIVERSAL - MONTERÍA

Cercano el mediodía, en el parque Simón Bolívar se arma una alharaca.
Una voz juvenil grita cifras al aire mientras un tumulto de gente le escucha atentamente.
“Doble cero setenta... ochenta y cinco treinta y dos... cuarenta cero tres”, grita el joven con los ojos vendados.
Dentro del grupo, otro hombre habla fuertemente y corrobora, billete de chance en mano, los números que el muchacho ha mencionado.
“Esto no es brujería”, dice fuertemente “es un don”, recalca.
El Cacique Mará y el Hijo Pródigo son los encargados de develar los secretos de la mente y la fortuna.
A ellos acuden quienes tienen problemas con el amor, los negocios, la suerte y la familia, entre otros.
En el Simón Bolívar se cuadran una vez por semana para hacer la sorprendente demostración de las habilidades telepáticas de ambos.
“¡Dígame el nombre de este señor!” comanda el Cacique Mará, a lo que el Hijo Pródigo responde: “su nombre es Narciso”.
El público, sorprendido con las hazañas mentales del joven, empieza a aumentar conforme el sol y la temperatura van subiendo.
“Esto no es ni hechicería ni nada parecido, esto es pura fe señores y señoritas”, repite el Cacique.
DE DISTINTA PROCEDENCIA
Hace muchos años el Cacique Mará adoptó éste conveniente alias y empezó a recorrer la Costa Caribe.
En su camino se encontró con una negra cartagenera de fuerte contextura que lo acompaña desde entonces como su mujer en cada nuevo trayecto.
Este guajiro conoce de mal de ojo y rezos así como de las historias de miles de personas que se han acercado a él para solucionar problemas de toda índole.
Alexánder, el Hijo Pródig,o fue descubierto por el Cacique tras su arribo al municipio de Fundación (Magdalena).
Según cuenta el hombre, el pequeño ‘Alex’ había perdido a sus padres y a sus 9 años ya demostraba habilidades como mentalista.
“’Éste niño es adivino’, dice la gente, y yo les contesto que no, que es pura concentración”, explica Mará.
A sus 18 años, Alexander ha estado en Venezuela, Perú y Ecuador, gracias a lo que él llama ‘su trabajo’.
Hasta Montería llegaron los tres: El Cacique, el Hijo Pródigo y “La Negra” y desde un consultorio improvisado en una residencia de la ciudad, atienden las inquietudes de muchos creyentes y cautivan una mayor audiencia con un programa de radio que todos los martes brinda consejos a los fieles oyentes del AM.
La consulta personal tiene un valor de 10 mil pesos por persona, en la cual se tiene derecho a preguntar sobre amor, trabajo, viajes o cualquier situación relevante.
La Negra recibe el valor de la entrevista y asigna el turno para los interesados.
Llegado el momento, el Hijo Pródigo o el mismo Cacique guían el paso del visitante hasta una habitación de la residencia donde tiene lugar la consulta.
En la cama se sientan los dos: “Muéstreme su mano derecha”, dice el muchacho. “Usted es una persona que siempre hace favores y sus amigos le han pagado mal”, lee en la palma del consultante.
MAL DE OJO
La Negra se pasea por fuera de la romería, evaluando el personal que se reúne alrededor del Cacique.
Lleva en el cuello un collar con cuentas rojas, azules y amarillas y mates colgando de cada una.
Los mates son piedras negras, conocidas como protectoras del mal de ojo y que muchas madres usan en sus hijos recién nacidos para defenderlos de las malas energías.
El Cacique da vueltas cojeando entre el tumulto, hablando, gritando, convenciendo y cuestionando.
“¿Usted siente que en todo negocio que emprende termina mal?”, pregunta señalando a uno de los asistentes.
A la respuesta afirmativa del hombre, Mará le pide al muchacho, aún con los ojos vendados, que le regale un número.
“Treinta y cinco setenta y dos”, grita el Hijo.
Mará repita el número varias veces mientras recorre la plaza en círculos.
En el suelo hay dos muñecas negras con cigarrillos en sus bocas, un maletín gris de metal y otro montón de amuletos y talismanes.
El Hijo Pródigo descubre sus ojos de la venda y empieza a hablar directamente al público.
“Yo les voy a regalar un amuleto a cada uno”, dice.
Enseguida saca de entre las cosas en el suelo, varios dijes plateados que la gente identifica inmediatamente.
Son aseguranzas que protegen de envidias y malos deseos.
El Hijo las reparte entre los asistentes, recordando que son gratis.
Posteriormente se sienta y saca un grupo de sobres.
“Quien desee la predicción de su carta astral y un número de la suerte, en éste sobre los puede encontrar por tan sólo 3 mil pesos”.
Muchos meten la mano en los bolsillos y pronto empiezan a recibir de parte del Cacique el sobre con los pronósticos y el dígito de la fortuna.
SEGUIDORES
Los ‘chécheres’ regados en el parque Simón Bolívar son recogidos por el Cacique Mará y El Hijo Pródigo.
Su demostración ha terminado por el día de hoy.
El muchacho se despide de su público cordialmente y le recuerda la emisión del programa radial y la dirección de su consultorio.
La invitación ahora es para aquellos que deseen saber más sobre su futuro y suerte.
La romería se dispersa pronto y sólo diez personas, entre hombres y mujeres, se quedan en el parque.
El Hijo Pródigo camina velozmente y detrás de él va el séquito de creyentes.
En la residencia, él, el Cacique Mará y La Negra ya les mostrarán que señala el destino para ellos.