
La gastronomía es definida en la Wikipedia como los estudios sobre varios componentes culturales que toman como eje central la comida.
Pienso que la comida es uno de los factores que nos ayudan a entender y crear vínculos con culturas y costumbres de latitudes diferentes a la nuestra. Colombia es un país con una variedad impresionante de platos y tradiciones culinarias, cada región del país cuenta con preparaciones que además de deliciosas pueden ser mágicas, todo gracias a la multiplicidad de herencias que recibimos ancestralmente por parte de nuestros primeros pobladores provenientes de culturas culinarias diferentes como Españoles, Indígenas, Africanos y Árabes.
Caminar cualquier rincón de la madre patria es una experiencia un poco REGRESIVA, es como si (o por lo menos a mi) se le despertara a uno la conciencia genética de shakira (jajaja), siente uno de algún modo raro y místico que eso que esta viendo ya lo conoce, a lo mejor por el parecido que hay en las construcciones con las Coloniales Colombianas y lo mismo pasa con la comida.
Mi experiencia primordial con la Gastronomía Española se basa en el comedor público del Colegio Mayor Diego de Covarrubias de la UCM, donde desayunaba, almorzaba y cenaba de lunes a viernes. El desayuno era siempre jugo o zumo de naranjas o manzanas, había para escoger café, leche, cereales y mucho pan, algunos días había jamón york. El almuerzo siempre tenía papas o patatas fritas y estaba compuesto por tres platos: ensalada, primero y segundo y usualmente no había mucha diferencia entre almuerzo y cena, pescado al horno, chuleta de cerdo, variedad de jamones, gazpacho, pastas, ensaladilla rusa, arroz con tomate y de postre frutas (peras, manzanas, melón o patilla), siempre había pan, aceite de oliva y vinagre balsámico.
La variedad de restaurantes de esta ciudad es igual que en cualquier otra metrópolis, además de los consabidos Macdonals, Starbooks, Subways y demás, podemos encontrar en toda la ciudad Kebabs, una carne ensartada en una varilla que gira muy cerca de una fuente de candela que la cocina, la cortan en delgadas tajadas y la sirven dentro de pitas abiertas y con variedad de otros ingredientes de oriente medio, es una excelente opción para saciar el hambre que produce caminar kilómetros bajo el sol del verano sin gastar mucho dinero. Entenderán que restaurantes finos, caros y elegantes hay miles, sobre todo en el area de la plaza Cibeles, la de Neptuno y toda la Castellana, pero de estos no puedo decir ni mu porque no comí en ellos.
Otra experiencia agradable son los de todo lo que pueda comer por 9euros, salad & Co es un ejemplo de ellos. Por toda la calle de Preciados detrás de la Gran Vía hay uno lo mas de bonito, las ensaladas están a la entrada del restaurante, uno se sirve lo que desee de la barra de ensaladas y paga, el resto de la comida esta después y por el valor de la ensalada es posible consumir todo lo demás incluyendo postres y bebidas, con posibilidad de repetir. Aquí sirven pollo al horno, lasagna, cremas de cebolla y champiñones, arroz, tomate en puré casi salsa otros platos muy genéricos que no tienen muchas connotaciones tradicionales pero que son muy ricos y bien preparados.
Pero lo que realmente me gusto de Madrid fueron las tapas. Este capitulo me encantó, el solo hecho de ir a un bar y pedir algo de beber ya te hace merecedor de una tapa, estas varían de lugar en lugar (existen miles de lugares) y consisten en una pequeña porción de un alimento que puede ser desde el tradicional chicharrón igual al colombiano, pasando por trocitos de chorizo, jamón serrano, jamón york, quesos machegos, morcillas, ensaladilla rusas en sus diferentes versiones, papas con mayonesa y finas hierbas, trozos de pan con jamón y queso (montaditos), aceitunas, cebollas encurtidas, boquerones en aceite o vinagre, albóndigas de carne o atún, calamares fritos, gambas y un sin numero de posibilidades más.
Salir a caminar es toda una experiencia gastronomita en Madrid porque sólo en el sector de la gran vía, se encuentran lugares como el Museo del Jamón, Bocaito, El patio de Carmen, Xalla y otros donde se puede disfrutar de esta tradición española que encanta y da gusto al paladar.
Si caminamos de la palza del callao hasta la plaza del sol por cualquiera de las vías que separa el Fnac, podemos encontrar restaurantes tradicionales de paella, que sirven porciones individuales de este plato y que realmente vale la pena visitar aunque salga un poco caro.
Otra de las tradiciones de la gastronomía española son los bocadillos, como un sandwich pero con un pan largo y tosco que en la mitad lleva jamón o tortilla de patatas o jamón y queso. Es normal ver como a la hora de comer en un parque o en el metro o en cualquier punto de la calle, la gente saca de sus mochillas bocadillos y agua para sentarse a disfrutar cómodamente de sus viandas.
Y sobre los postres, tendría que escribir otro post, pero vale la pena resaltar en este las milanesas de chocolate y los pastelitos de cabello de ángel, dos piezas de “bollería” que sinceramente no he podido olvidar.
Definitivamente la experiencia gastronómica que se puede vivir en España es inagotable, la relación de este pueblo con la comida tiene tantas variables que un mes no alcanza para saborearlas todas, pero si para fortalecer un fuerte vinculo con ellas al descubrir en sus sabores raíces que se manifiestan en nuestra comida colombiana.