Definitivamente cunado uno es niño las cosas son bien diferentes. LA noche del 31 de diciembre era mágica y larga, todos mis primos y mi hermana estrenábamos ropa y corríamos de un lado para otro jugando con lo que nos había traído en niño Dios el 24, piniamonos a nuestros papas a que nos prendieran pólvora, quemábamos traqui traquis y volcanes y nos sentábamos faltando 15 pa´las doce a escuchar la canción y esperar las sirenas de la emisora para abrazar fuerte a todo el mudo y salir corriendo a darle la vuelta a la manzana con maletas.
Anoche fue diferente, la noche fue corta y un poco aburrida, mis primos no estaban, los traqui traquis y los volcanes son cosa del pasado, ser adulto es quitarle la magia a las cosas, sin embargo fue una noche bonita y especial, Wako que ya tiene 6 años, jugaba como loco con las niñas rolas hijas de un amigo de mi papa, tiraban un balón a través de la reja que nos separa de la casa vecina donde otro niño pequeño se las devolvía, decían casita quemada y corrían. Durante toda la noche pensé que tendría que salir solo a darle la vuelta a la manzana con mis maletas llenas de ropa y el pasaporte en un bolsillo, luego me di cuenta de que yo no estaba solo y le dije a Wako que me acompañara, escéptico respondió que si. A las doce, después de los abrazos, la vuelta fue dada una vez más, pero en esta oportunidad con la magia adicional que le brotaba por todos lados a mi compañero.
Estoy seguro que este 2008 va a ser genial.
Anoche fue diferente, la noche fue corta y un poco aburrida, mis primos no estaban, los traqui traquis y los volcanes son cosa del pasado, ser adulto es quitarle la magia a las cosas, sin embargo fue una noche bonita y especial, Wako que ya tiene 6 años, jugaba como loco con las niñas rolas hijas de un amigo de mi papa, tiraban un balón a través de la reja que nos separa de la casa vecina donde otro niño pequeño se las devolvía, decían casita quemada y corrían. Durante toda la noche pensé que tendría que salir solo a darle la vuelta a la manzana con mis maletas llenas de ropa y el pasaporte en un bolsillo, luego me di cuenta de que yo no estaba solo y le dije a Wako que me acompañara, escéptico respondió que si. A las doce, después de los abrazos, la vuelta fue dada una vez más, pero en esta oportunidad con la magia adicional que le brotaba por todos lados a mi compañero.
Estoy seguro que este 2008 va a ser genial.
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